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Se editan las leyendas canarias «Bajo el drago» en alemán

La comunidad alemana, y desde el año 2004 también el público canario, conoce la novela histórica “El Rey de Taoro” de Horst Uden, la cual se ha convertido de bestseller en longseller, según la editorial. “Nuestros lectores fieles se entusiasmarán por “Bajo el drago” igual que por su anterior novela sobre la conquista de Tenerife que se está editando desde hace 70 años”, cuenta la editora Verena Zech, bien optimista.

«Bajo el drago», que está disponible de momento solo en lengua germana, es una colección de leyendas y tradiciones de todas las (ocho) islas Canarias, de la pluma del escritor y viajero Horst Uden, que nació en 1898 en Silesia y falleció en 1973 en Málaga. Uden relata cuentos y mitos, historias de amor, aventuras de pirata, anécdotas y sabidurías del pueblo.

«Hay que imaginarse la estampa», reconstruye la editora la vida del autor, “Horst Uden visitó a Canarias en los años 30 y se trasladaba a pie o en burro. Contrataba a guías que los llevaban a él y su mujer Charlotte por la isla, y éstos les contaban historias de primera mano ya que Uden, en estos dias residente en la ciudad andaluza de Málaga, dominaba perfectamente el español. Uden era un genio observador y narrador. Lo encantador es que no sólo presenta a sus fuentes, sino las incorpora de su proceso de narración. Así gana mucho en autenticidad y fiabilidad.”

Como ejemplo puede servir el siguiente fragmento, una escena que tiene lugar en Fuerteventura: Horst y Charlotte primero quieren alquilar un asno, pero se acerca un guía con un camello, los logra engatusar y al final hace el negocio:

>>(Fragmento del libro, S. 159ss, traducido del alemán)

DISCUSION EN LA ANTIGUA

Un velero nos había llevado hasta el Puerto de Cabras. Nos encontrábamos en el puerto mi mujer y yo, y estábamos pensando cómo mejor llegaríamos a La Antigua, situada en la prolongada altiplanicie del centro de la isla.

“Naturalmente, en caballería”, dijo Lotte, “pronto encontraremos un par de mulas.”

Apareció entonces un hombre montado en un pequeño burro de pelo gris plateado. Delante de nosotros se apeó, se quitó, saludando, el sombrero de ala ancha y ofreció sus servicios.

Mientras Lotte acariciaba al burro, y yo hablaba con su dueño respecto al camino y las cosas dignas de verse, sin descuidar la cuestión del precio, dobló la esquina un indígena tostado por el sol. Llevaba sujeto de una cadena oxidada un camello de patas largas, que le seguía de buen grado.

Se detuvo junto al hombre del burro y escuchó en silencio durante un rato nuestra conversación. Después sacudió la cabeza en señal de desaprobación de que aquel “mister”, en su incomprensión, pretendiese alquilar un asno.

“Vuestra merced parece no llevar mucho tiempo en este país”, comentó con ligero acento de pesar en la voz, “y no conoce, por lo tanto, la diferencia entre un burro y un camello. Y, sin embargo, salta ella a la vista. Una ojeada a mi fiel “Mifalla” basta para desechar el último escrúpulo. Es el mejor camello que hay en toda la región y el único que tiene una montura inglesa. Al lado izquierdo se sienta vuestra merced y en el lado derecho la señorita. Yo me instalo delante, junto a la giba. Y aquí está el anillo de hierro para sujetarle cuando el animal se excita y comienza a balancearse. Marcha al aire que vuestra merced desee. Sólo necesito darle un palo fuerte para que salga corriendo como viento de tormenta, si el piso está seco. Pero si está húmedo, resbala y cae violentamente. Si le grito “¡reee, reee!”, se pone en marcha. Pero si digo “¡tuché!, se arrodilla y se echa. Tan pronto como vuestra merced se sienta en la silla, se pone de pie con alegre bramido y puede comenzar el viaje. Además, es tan fuerte como Sansón, aunque parezcan de ratón sus orejas, por lo pequeñas.

“¡Qué decir, en cambio, de un miserable asno!”, prosiguió, señalando compasivo al animal gris. En primer lugar, está expuesta vuestra merced a que sus pies, en ocasiones, rocen con el suelo y se lastimen con las rocas puntiagudas. A esto hay que darle constantemente con la punta del palo en los ijares, pues si no, no anda. Y si se olvida vuestra merced de mover las piernas y darle con los talones en la panza, no avanza un paso más.”

El majorero me convenció. Alquilamos el camello…

>>Fin del fragmento<<

Así le acompañamos a Horst Uden en su viaje en Canarias en los años 30, mucho antes de que alguien hubiese pronunciado el término de “turismo de masas”. Este libro no sólo ofrece un viaje imaginativo por las islas, sino también un viaje de retorno através del tiempo, retorno por varias décadas y hasta siglos.

Uden cuenta tres relatos de cada siete islas; de Tenerife seis; además la “leyenda primitiva” tomada de la mitología griega, y la saga de la misteriosa isla “non trubada” de San Borondón.

En total son 26 cuentos bellamente relatados de la pluma de un verdadero maestro, leyendas y tradiciones de las Islas Canarias, a sólo 12,80 euros (libro rústico, ISBN 978-84-933108-2-0 en alemán).

P.D. Nueva edición 2013 con portada nueva:

 

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